¿Para qué sirve la lectura? (Clase 2)

Para comenzar les hago una pregunta ¿alguna vez han pensado para qué nos sirve la lectura?. Si lo analizan, la lectura para nosotros es mecánica, vemos un cartel y lo leemos, así nos enteramos que debemos sonreír porque nos están filmando, o qué calle es la que transitamos. Ejemplos de esto hay millones, quienes tenemos acceso a la lectura no nos damos cuenta de esta acción. Pero hay una realidad que nos circunda como docentes, nuestros alumnos no encuentran útil la lectura o la subestiman. Arranquemos por saber algo sobre el término.

 


Leer: Una aproximación etimológica 

El verbo leer tiene guardados en sí, varios significados y aún más sentidos.

Por un lado, se sabe que proviene del verbo latino legere que significa “recoger, escoger, tomar, encontrar con esfuerzo y proceso de selección” y de la base indoeuropea leg- que significa “juntar, recolectar”. 

A su vez,  está emparentado con el verbo griego “légein” - “hablar, decir, relatar” y con él en griego arcaico de Homero “seleccionar, recolectar, enumerar”.

Además, se adiciona  la palabra (”lógos”) con su significado primario de “discurso” pero que luego se extendió para abarcar conceptos como “pensamiento”, “argumento”, “relación”, “ciencia” (como en las palabras que terminan en “-logía”).

  En la antigüedad se  consideraba  “leer” como  “proceso de selección de palabras” en textos o inscripciones para entender lo que se dice. Esto implicó que se impusiera la palabra “legere” ( emparentada con “lignum”-”aquello que se recolecta para hacer fuego” que deriva en nuestra palabra “leña”). 

  El verbo leer en alemán, deriva del término “lesen” que significaba originariamente “seleccionar, juntar” pero que luego,  siguiendo la acepción latina se empleó con el significado de “leer”. 

  En inglés,  en cambio se usa la palabra ”read” que no está emparentada con la alemana “lesen” sino que con otra llamada “raten” que significa “aconsejar” pero también “adivinar”. Los anglosajones la usaron, entonces,  continuando con la  costumbre de “adivinar” o “interpretar” las runas, aunque luego usaran el alfabeto latino.

  Otras palabras emparentadas con leer son: “elegir”, “religión”, “lección”, “inteligencia”.

Con el término definido veamos lo siguiente

Como puede observarse, el término “leer” es de una etimología compleja y de una carga semántica no solo compleja, sino completa. En él anidan ideas varias:

  • Escoger
  • Recolectar y juntar
  • Recolectar para hacer fuego
  • Seleccionar
  • Aconsejar
  • Adivinar
  • Enumerar
  • Ciencia
  • Discurso
  • Pensamiento
  • Argumento

 El verbo leer es tan polisistémico y macrosemántico como el mismo proceso de la lectura. En una necesaria toma de posición frente al término y aún más, frente al concepto, el equipo de CEPLIM considera que leer es un proceso de asignación de sentido desde el cual el lector se posiciona frente al mundo, poniendo en juego sus propias circunstancias vitales para delinear o construir su propio texto.

Bien, ahora vamos a hacer una breve reseña sobre la historia de la lectura.

Lectura: Breve reseña del proceso histórico:

Desde tiempos inmemoriales, la lectura y su prodigio fue un misterio para escritores, eruditos, lectores, analfabetos y alfabetos de todas las culturas. Ya en el siglo V a. C., Empédocles describió al ojo como un órgano de raigambre divina (nacido de la diosa Afrodita). Epicuro, en el IV a.C. imaginó que de las cosas emergían llamas que entraban en los ojos y empapaban la mente del hombre con las cualidades de las cosas (intromisión)

En el mismo siglo IV a.C. Euclides propuso lo opuesto, es decir, las llamas salían y aprehendían el objeto observado (extromisión). En el mismo siglo IV, Aristóteles (-384/ -322) argumentó que las cualidades de las cosas observadas viajaban por el aire hasta el ojo del observador, lo que se aprehendía eran el tamaño relativo y la forma de las cosas y no la cosa misma con sus cualidades. Luego, el ojo transmitía esa información, mediante humores oculares  hasta las vísceras que dominaban la movilidad y los sentidos del hombre.

Entre los siglos  I y II d.C., Galeno (131/201), continuando con la teoría de Euclides dijo que en el cerebro nacía un “espíritu visual” que penetraba en el ojo a través del nervio óptico y salía luego al aire exterior. El aire era capaz de percibir, aprehendiendo las cualidades de los objetos (por muy alejados que se encontraran) y se transmitían por el camino inverso, a través de los ojos, hasta llegar al cerebro para descender, luego por la médula espinal hasta los nervios de los sentidos y del movimiento.

De esta manera, mientras que para Aristóteles el observador era pasivo porque percibía a través del aire, para Galeno el observador era activo porque era el que atribuía sensibilidad al aire por la visión que provenía del cerebro.

En el medioevo, el saber científico de Gentile da Foligno (XIV) afirmó que las teorías de Aristóteles y Galeno no se contradecían sino que se complementaban y que eran un paso indispensable para el avance de la ciencia médica y del aprendizaje del alfabeto para la lectura.

Asimismo citó a San Agustín (IV) quien había usado el verbo colligere (reunir-resumir) para ver cómo eran recogidas las impresiones en los diferentes compartimentos de la memoria.

En plena época  renacentista,  Leonardo Da Vinci pensó que las teorías de la intromisión y de la extromisión de los griegos podían superarse a través de los escritos del egipcio Al - Hasan ibn Al- Haytham, conocido como Alhacén (XI). Alhacén  expresó que las percepciones del mundo exterior comportan inferencias deliberadas de la capacidad de juicio del observador. Para desarrollar esta teoría siguió la postura de la intromisión de Aristóteles y las apoyó con conceptos matemáticos y físicos, pero distinguió la pura sensación de la percepción, mientras la primera era involuntaria, la segunda era deliberada. Esto permitió graduar las acciones  del proceso de leer y/o de percepción. A esta teoría adscribió, luego, Francis Bacon  (1561/1626). 

Por un lado, entonces, los objetos existen fuera del ser humano, los mediadores (otros humanos, padres, maestros) los nombran y se almacena la representación de dichos objetos en la memoria del observador, pero es el observador quien tiene la habilidad para captar el objeto enlazando la palabra con la imagen mental que tiene del mismo.

Retomando la teoría de Alhacén, el egipcio del siglo XI, el lector capta el significado de los textos gracias a un proceso sumamente complicado de significados aprendidos, convenciones sociales, lecturas anteriores y experiencias personales y gustos individuales.


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